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Estos tres empanaderos traen los sabores latinoamericanos a New Hampshire

Empanadas traveled from Spain to all of Latin America; almost every country has its own version.
Gaby Lozada
/
NHPR
Las empanadas viajaron desde España a toda América Latina; casi todos los países tienen su propia versión.

En New Hampshire hay una serie de pequeños puestos donde venden empanadas; algunas son crujientes y fritas, otras horneadas, y cada una representa el espectro de sabores de América Latina.

Angela Letelier hace las empanadas a la perfección, agarrando los bordes y formando un cuadrado. Ella es del centro de Chile y llegó primero a Massachusetts para trabajar como maestra. En ese tiempo,conoció a su esposo en Internet. Pero los dos querían una vida más tranquila y menos estresante y, en 2020, se mudaron a una pequeña granja en Belmont.

Letelier, que no come gluten, decidió abrir "Gluten-Free or Die", una panadería en su casa donde vende donas, muffins y otras delicias. Compagina ese trabajo con la crianza de gallinas en la granja.

Pero, hornear empanadas es algo que la hace sentir más cerca de su país. Le recuerdan la conexión con su madre.

“La empanada chilena es grande; cabe en una mano abierta y tiene un fuerte sabor a cebolla”, dijo.

Letelier las rellena con pino, una sabrosa mezcla de carne de res, huevos y aceitunas. Tradicionalmente, la empanada también incluye pasas. Por ahora cocina solo para su familia pero piensa en venderlas en su panadería algún día. Se pregunta si la gente en los farmers markets también las amarían.

Una hora al sur, en Merrimack, el boliviano José López Maita dice que el toque secreto para sus empanadas es el orégano y un poco de azúcar.

Durante unos años vendió sus empanadas en Facebook hasta que finalmente, hace seis meses, abrió El Peco. En esta pequeña tienda vende empanadas salteñas, como se las conoce en Bolivia, que se rellenan con un sustancioso estofado de res y papas pequeñas.

“Son jugosas, si no tienes cuidado, terminarás con todo el jugo en tu ropa”, dijo.

López Maita compagina su trabajo como radiólogo y sus sueños de convertirse en médico con su pasión por las empanadas. Sus dos hermanos y sus esposas apenas dormían cuando abrió la tienda. Tenerla es un gran logro para ellos.

Recuerda que cuando era niño, las salteñas eran un lujo para su familia y algo que rara vez comía. Dice que solían robar las sobras de otras personas. “Éramos muy pobres”, dijo.

López Maita dice que no ha sido fácil iniciar un negocio en un pueblo donde la mayoría de la gente es blanca y es posible que nunca antes haya probado una salteña. Trabaja duro para motivarlos a aventurarse en el mundo de las empanadas.

A diferencia de las empanadas horneadas de Bolivia, las puertorriqueñas se fríen. Elizabeth Silva, propietaria de El Camino en Plaistow, cerca de la frontera con Massachusetts, las ha estado vendiendo desde que comenzó la pandemia. Ella sirve auténtica comida puertorriqueña en su restaurante, y las empanadas de carne con queso y pollo asado son las joyas del lugar.

“Es casi como la meditación cuando comes esa delicia”, dijo.

El sofrito, una mezcla de cebollas, culantro, pimientos y especias, le da a sus empanadas el sabor umami que las hace tan deliciosas. “Probablemente es porque es tan natural que te conecta con la madre tierra”, dijo.

Silva dejó su trabajo como contadora para perseguir su sueño de cocinar las recetas de su abuela. Ella dice que nunca mirará hacia atrás.

Silva piensa en las empanadas como algo que une a América Latina. Ella dice que hay muchos sabores, pero todos son buenos, “simplemente te hacen sentir cálido, acogedor y feliz”.

Solo con un bocado, basta.

Gabriela Lozada is a Report for America corps member. Her focus is on Latinx community with original reporting done in Spanish for ¿Qué hay de Nuevo NH?.
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