Luisa Jiménez recuerda que su abuela leía las cartas del tarot a escondidas en República Dominicana. Jiménez dijo que era una mujer de fe pero que también dependía de alguna ayuda del mundo sobrenatural. Recuerda que su abuela usaba hierbas, oraciones y remedios naturales para sanar a su familia, así que a medida que crecía, ella también se interesó por ese mundo.
Jiménez llegó a los EE. UU. cuando era adolescente y fue a la universidad para estudiar administración de empresas y psicología. Luego vino su madre y, en busca de una oportunidad comercial, abrió Botánica San Miguel en 2007. Ambas mujeres se dieron cuenta de que no había un negocio similar en New Hampshire, donde las personas pudieran encontrar productos tradicionales y espirituales que tuvieran un significado en las culturas Latina. Pero durante la pandemia, la mamá de Jiménez tuvo miedo de morir de COVID y había planeado cerrarla.
“Porque hay gente que viene en pedacitos y tú tienes que armarlos de nuevo como si ellos fueran un rompecabezas, su vida, sus pensamientos”, dijo Jiménez. Esa fue su motivación para mantener la tienda abierta y seguir ofreciendo productos a quienes creen en las velas, las esencias y los polvos. La tienda huele como si pudiera estar en cualquier país de América Latina, rica en flores, hierbas e incienso.
Todos los días, personas de muchos países llegan a sus puertas, “no solo latinos, sino también rusos y bosnios”, dijo. Todos buscan comodidad, mejor suerte o una respuesta a sus problemas. Jiménez utiliza sus conocimientos de psicología cuando les pregunta sobre sus dificultades.

En esta época del año, Jiménez está ocupada vendiendo artículos para el Día de los Muertos. Recubriendo las paredes, hay imágenes de santos y vírgenes que las personas pueden usar en sus altares.
Jiménez baja una estatua de la Santa Muerte de uno de los estantes, un esqueleto de cristal que sostiene con fuerza en sus brazos. “Es controversial; la gente tiene miedo de llevársela a casa o incluso de mirarla”, dice.
Ella prepara su propio altar del Día de los Muertos en la tienda. Incorpora tradiciones que aprendió de República Dominicana y México y piensa en su abuela difunta.
“La gente solía llevar cerveza y cigarrillos a las tumbas”, recuerda de su infancia en República Dominicana. También rememora muchos arreglos florales en los cementerios.
Pero muchos Latinos que viven en New Hampshire no tienen la oportunidad de regresar a sus países para honrar a su familia muerta, por lo que Jiménez los ayuda a colocar un altar con velas, comida y flores. Su tienda también permite que los padres enseñen a sus hijos nacidos en Estados Unidos sobre su cultura.
“Pueden poner una mesa con agua, cerveza y otras cosas que la persona disfrutó viva”, dijo.
Ella sueña con abrir una tienda más grande, pero Jiménez dice que ha sido difícil obtener un préstamo de un banco que confiara en que este es un negocio legítimo.
Al ofrecer estos productos en New Hampshire, Jiménez dice que espera que esto ayude a las personas a mantenerse cerca de esta tradición, incluso si están lejos de casa.
