Cuando los hijos de Julia Santos se estaban preparando para su fiesta de cumpleaños número 102, ella les dijo que estaba feliz de tener el privilegio de verlos vivir una vida plena.
“Ellos son lo primero”, dijo Santos.
Santos nació en Santo Domingo y se crió en una finca de cacao. Recuerda haber comido chocolate y haber recogido muchas frutas en su casa. Su madre le enseñó a hacer las tareas del hogar. Ella dice que en aquellos tiempos, eso era lo que las mujeres tenían que aprender.
Santos se casó joven cuando solo tenía 16 años. “Así era en el campo”, dijo.
Se casó dos veces más, pero cada vez su pareja le rompió el corazón. “Me engañaron”, dijo Santos y cuando le preguntamos si todavía creía en el amor, dijo que solo en el amor de su familia.
Santos llegó a Estados Unidos hace nueve meses después de enterarse de que su hija Clara Román estaba enferma.
Clara tiene que hacerse diálisis tres veces por semana y necesita que alguien le haga compañía, entonces Santos vino a hacer lo que Clara dice que mejor sabe hacer: cuidar a sus hijos.
“Ella es mi estrella dorada”, dice Román.
Ana Román, quien también es propietaria de un supermercado en el este de Manchester, organizó una humilde pero emotiva celebración para su abuela, en el estacionamiento de su negocio. Cerca de cincuenta miembros de la familia de Santos se reunieron para saludarla y compartir su comida favorita: lechón y maduros.La gente estaba emocionada de ver que Santos estaba sana.
Su hijo menor, Juan Santos, dice que su madre es un ejemplo de madre trabajadora. “Como madre soltera, crió sola a nueve hijos”, dijo Santos conmovido, “ella es nuestro viaje roble”.
Uno a uno, nietos y bisnietos hicieron fila para tomarse una selfie con ella y decirle lo felices que estaban de verla bien. Dijeron que estaban devolviendo el amor que ella había derramado en ellos.
Mientras su familia cantaba “Las mañanitas”, Santos sostenía a su bisnieto más pequeño, un bebé de apenas unos meses. También abrazó a otra bisnieta, que no habla español pero quería desearle lo mejor.
Santos dice que a sus nietos y bisnietos les encanta bailar como a ella. Cuando era joven, solía hacerlo durante días. “Se tocaba el tambor en las fiestas”, dijo Santos.
Ese sentido de la aventura es la razón por la que a su yerno, Ramón Román, todavía le gusta bromear con ella. “Me gusta decirle que pronto le encontraré novio”, dijo.
Puede estar bromeando, pero habla en serio cuando dice que espera que ella llegue a los 110.